Sociedad | Suspender las clases “no tiene sentido”

La psicóloga Maitén Agüero reveló que por suspensión de clases presenciales “cada vez más nenes lloran, dejan de comer o tienen regresiones”




La escuela es la institución en cuyo ámbito físico discurren la educación formal, la vinculación y el desarrollo en relación. Todo eso el año pasado no se dio y en este duró menos de dos meses en el área metropolitana, ya que el gobierno decidió suspender las clases presenciales para volver a la virtualidad, para aplanar la curva ascendente de casos de COVID. Independientemente del rédito sanitario de la medida, el impacto emocional en la niñez se hace notar. La licenciada en psicología y especialista en salud mental infantil, Maitén Agüero, reveló que a diario aumentan los casos de niños que lloran, no comen o sufren cuadros de regresión por la suspensión de las clases presenciales.

Hay muchos casos de chicos con dificultades de lenguaje, nenes que empezaban a decir sus primeras palabras y se frenó el proceso porque no hubo vinculación con otros. De regresiones, nenes que habían dejado de usar pañales y volvieron a hacerse pis. Y a esos cuadros se sumó lo ocurrido tras la noticia de suspender las clases presenciales de nuevo. Tengo muchos pacientitos angustiados, con cuadros de llanto y hasta que no comen porque no saben cuándo volverán a ver a sus amigos, a aprender, a jugar en la escuela”, afirmó la analista, en declaraciones al programa “No es lo que parece”, de la FM 96.7 de La Plata.

En ese sentido, explicó que “los nenes sienten que pierden algo que habían recuperado después de un año entero de no poderse vincular ni estudiar con otros, desarrollarse en vínculo, que era pequeño, cada quince días y con burbujas pero les hacía bien y ahora esto los devuelve al temor al encierro y se nota mucho más la angustia”.

Por esto, indicó que recientemente recibió “llamados de padres desesperados diciendo que el hijo llora o no quiere comer porque no vuelve más a ver sus amigos y crecer a través de ese vínculo y con maestros que lo ayuden”.

Subrayó que más allá de la existencia de la tecnología para desarrollar clases virtuales como apéndice de los vínculos físicos, “los chicos necesitan la escuela presencial para estar con sus amigos, para intercambiar con los docentes y que ellos les puedan enseñar en otro espacio que no sea la casa y crean vínculo de aprendizaje”, lo cual “es irremplazable por más que un hermano mayor los ayude en la tarea o los padres, que están agotados de todo el día trabajar, hagan lo mejor que puedan”.

En ese sentido, apuntó que “los padres pueden hacer lo mejor pero no tiene estrategias pedagógicas para reconocer las particularidades de cada chico”, ya que “para algo los docentes tienen que estudiar una carrera y especializarse”.

Más inequidad

Al impacto emocional y psicológico de la suspensión de las clases presenciales, Agüero sumó el “agravamiento de las inequidades preexistentes”, ya que “no es lo mismo la virtualidad para quienes tienen una compu, un celular propio y conectividad con espacio en sus casas que para chicos que no tienen equipamiento ni conectividad o el aislamiento lo pasan en condiciones habitacionales deficientes o de hacinamiento”.

“La educación es esencialmente igualadora porque es el ámbito que nivela brindando conocimientos en circunstancias de equidad. Compensa lo que ocurre afuera de la escuela para poder cambiar desde algún lugar las cosas. Pero el fin de la presencialidad anula todo eso y es realmente muy grave, porque multiplica todas las injusticias previas”, acotó Agüero.

Sin sentido

La psicóloga dijo que la decisión del gobierno de suspender las clases presenciales en el Conurbano y Ciudad Autónoma de Buenos Aires (aunque un fallo judicial en primera instancia ordenó retomar la presencialidad) “no tiene sentido”, porque “no se sostiene en evidencia científica ya que está comprobado que la escuela no es un foco de contagio” que incrementen los casos de COVID.

“La medida pareciera no tener sentido, pareciera ser más bien improvisada y eso es peligroso porque no estamos en el momento de hacer esas cosas. Porque puede llegar el momento en que la evidencia demuestre lo contrario y es difícil sostener esa decisión. No fue acertado suspender las clases en este momento. Es bastante grave esto, porque exacerba las diferencias y desigualdades y no contribuye a bajar la curva de casos”, añadió la especialista en psicología infantil. (Cadena BA)