El presidente electo yn una reunión realizada esta semana, Milei trazó un panorama aterrador para el futuro de los argentinos. “Si no le damos un mazazo a la inflación, la pobreza se puede ir al 95 por ciento”, aseveró y su futuro ministro de Economía, Luis Caputo, asegura que el nuevo Gobierno encarará la coyuntura más dramática de este siglo.
"Recibimos la peor herencia de la historia argentina" y "no hay plata". Eso será el mensaje medular de Javier Milei este domingo cuando asuma como presidente de la Argentina.
Milei está confiado y sostiene: “Estamos armando un seleccionado”. Lo hace para dar impulso a sus ministros, que asumirán en medio de un escenario desafiante.
La frase la pronunció en una de las tantas reuniones que mantuvo para ir dando las puntadas finales a un equipo de gobierno que asumirá -asegura- un desafío casi sin precedentes en la historia argentina de este siglo. Buscaba dar ánimo a un grupo de ministros que, si bien está entusiasmado, sabe que habrá poco tiempo para disfrutar la “luna de miel”.
La Argentina afronta una dramática situación económico-social que, según expertos, es incluso más delicada que la que afrontó en el 2001. En aquellos dramáticos días que derivaron en violencia y muerte, los sectores más golpeados terminaron siendo los de clase media.
Es que, más allá de que el corralito/corralón provocó miles de situaciones ruinosas, e incluso suicidios, lo que hizo principalmente fue golpear a grupos con alguna capacidad de ahorro, que venían usufructuando altísimas tasas de interés en dólares.
Ahora, aún si fuera cierto lo que sostuvo Alberto Fernández en su entrevista con Noticias Argentinas sobre que la pobreza está mal medida, es notorio que cada vez hay más muestras de miseria en las calles, que los mendigos se han multiplicado, y que es desolador el panorama de chicos arrastrando carros, revolviendo tachos de basura y pidiendo “una moneda” en andenes de subte o trenes.
La niñez -donde seis de cada diez chicos son pobres- es el grupo más vulnerable en familias que en muchos casos no han conocido un trabajo en blanco en las dos últimas generaciones. Los planes sociales superan los 1,2 millones de beneficiarios. “Si hubiese 45% de pobres este país estaría estallado”, dijo el presidente saliente.
Tal vez tengan razón Fernández y muchos encuestados no admitan tener una changa en negro por temor a que le quiten el plan. Pero basta salir un poco de las comodidades cotidianas para notar que existe una pauperización del poder adquisitivo en la Argentina. Son numerosos los sectores económicos cuyos ingresos no alcanzan a cubrir la canasta básica. Hay un nuevo fenómeno de “asalariados pobres” en el país.
Este crudo escenario, y muchos más, deberá enfrenta Milei a partir de este domingo. El presidente electo pidió que la gente lleve sólo banderas argentinas. (Nada del violeta de La Libertad Avanza).
El presidente electo intentará mostrar a cada paso actos casi fundacionales, en una Argentina en la que manda la urgencia de cada día. Los comedores comunitarios multiplicaron la cantidad de personas que asisten a diario. La situación en algunos bolsones de pobreza del conurbano llega a niveles dramáticos, según coinciden intendentes de uno y otro partido.
Los problemas no se agotan en el plato de comida diario, que a veces falta. Las pruebas PISA de educación van confirmando el escenario temido. La Argentina está entre los países donde sus chicos tienen menor comprensión de texto y matemáticas. En parte la pandemia tuvo consecuencias sobre el deterioro de la educación. Pero también es notorio que a la educación argentina -fuertemente politizada por los sindicatos kirchneristas-, está fallando. Y el fracaso de la educación de hoy será la ruina de la generación que viene.
Son tantas las urgencias, que Milei ya avisó que su primer gran objetivo no será sólo reducir la inflación, sino sobre todo evitar una híper, que, según el libertario, está a la vuelta de la esquina. En una reunión realizada esta semana, Milei trazó un panorama que mete miedo: “Si no le damos un mazazo a la inflación, la pobreza se puede ir al 95 por ciento”, aseguró.
El lunes 11, pocas horas después de asumir el nuevo gobierno, entrará al Congreso un paquete de leyes cuyo eje central será poner lo más rápido posible las cuentas públicas. Planea achicar gastos por unos US$ 25.000 millones a lo largo del 2024, y arañar el equilibrio fiscal. Para eso será necesario que “la muñeca financiera” de Luis Caputo funcione como nunca y se pueda encaminar la deuda por unos 23 billones de pesos en Leliqs que el BCRA mantiene con el sistema financiero.
“Recibimos la peor herencia de la historia argentina”, dirá Milei en varios pasajes de su discurso del domingo próximo. Si Mauricio Macri minimizó el pesado inventario, porque creyó que de lo contrario “nadie” le prestaría a la Argentina, Milei tratará de magnificarla, para curarse en salud. “No digan que no les avisé”, viene repitiendo. Pero ahora será el que esté cortando cables con pinzas de la mayor precisión posible para que la bomba no estalle.
“No hay plata, no te puedo dar algo que no tengo”, será otro de los caballitos de batalla del libertario. Y explicará que quiere cortar con la emisión monetaria.
La viralización de mensajes en estos tiempos de celulares en llamas parece por ahora jugarle a favor al presidente electo, que ha echado mano de esta herramienta cada vez más eficaz de llegar rápido y fuerte con un mensaje a las pantallas de los celulares.
Mieli evalúa también hasta dónde le conviene llegar al hueso y recordar que mucha gente que cobra un plan social hace mucho no trabaja, y convocarla a “recuperar la cultura del trabajo, salir adelante y dejar de depender del Estado”.
El libertario tal vez no llegue a tanto. Madura por estas horas que debe dar lugar a algún mensaje que supere un escenario de reproches de un pasado que seis de cada diez votaron por dejar atrás.
En medio de intensos idas y vueltas con el discurso de asunción, Milei cavila sobre otra decisión casi inmediata que deberá tomar apenas asuma: si, como ocurrió en los últimos años, el Estado otorga algún bono de fin de año a los beneficiarios de planes sociales. Sería arrancar con una disparada del gasto. Pero por otra parte podría tender un puente con los sectores con mayor capacidad de protesta del país, las organizaciones sociales.
“No hay plata”, repite Milei. Habrá que ver si esa posición se mantiene cuando las primeras columnas comiencen a cruzar el puente Avellaneda rumbo a la sede del nuevo ministerio de Capital Humano.
(NA)