Sociedad | La Casa del Encuentro

Cordera, el triple crimen y la cultura de la violación en Argentina

Desde la Organización feminista advirtieron que "a simple vista, los sucesos parecen no tener conexión. Pero si los miramos juntos, revelan el mismo trasfondo: una cultura que naturaliza la violencia contra las mujeres, que  cuestiona a las víctimas y que desplaza la atención de los verdaderos responsables".




En su último newsletter la organización feminista La Casa del Encuentro analizó los últimos sucesos que se dieron en los últimos días y que sacudieron a la opinión pública en Argentina. 

"Por un lado, volvió a ponerse sobre la mesa la polémica en torno a Gustavo Cordera -ex cantante de La Bersuit-, quien hace algunos  años, en una charla con estudiantes de periodismo, pronunció la frase: “hay mujeres que necesitan ser violadas para tener sexo”, entre otras. Aquellas palabras le valieron la censura, la cancelación de conciertos y un fuerte repudio social. Hoy, a partir de nuevas entrevistas, el tema regresó a la discusión pública y obliga a repensar cómo naturalizamos ciertos discursos. Por otro lado, el triple femicidio de Brenda, Morena y Lara -tres jóvenes de La Matanza encontradas enterradas y torturadas tras varios días de desaparición- estremeció al país y puso en evidencia la crudeza de la violencia machista en contextos atravesados por el narcotráfico", relataron.

En ese sentido adviertieron: "A simple vista, los sucesos parecen no tener conexión. Pero
si los miramos juntos, revelan el mismo trasfondo: una cultura que naturaliza la violencia contra las mujeres, que cuestiona a las víctimas y que desplaza la atención de los
verdaderos responsables".

Lo que une los dichos de Cordera y el triple

La Organización puntualizó: "Esta frase no es un error casual ni un exabrupto privado filtrado. Fue pronunciada en un espacio público, y no por única vez. Esto encierra es una mirada profundamente arraigada en nuestra sociedad: la idea de que la mujer “finge” el rechazo, que su negativa es un juego erótico, que “en el fondo” desea lo que dice no querer".  

"En los últimos días, volvió a quedar en el centro de la polémica al aparecer en un documental sobre el femicida Ricardo Barreda. Allí, el músico interpretó una parte de su canción La argentinidad al palo donde dice: “Locati, Barreda, Monzón y Cordera también matan por amor”. Lo justificó señalando que “cualquiera puede cometer un asesinato en cualquier momento, hasta inclusive yo puedo cometer un crimen”, y que “Barreda simboliza una injusticia cometida sobre una persona que reacciona de una manera violenta para salir de esa injusticia”. Estas declaraciones no son inocentes: vuelven a romantizar la violencia y a presentar al femicidio como un acto pasional o como una respuesta ante una supuesta injusticia, desplazando así la responsabilidad del agresor. Al hacerlo, reafirma el mismo sistema que naturaliza la violencia machista y que justifica el dominio masculino bajo la apariencia del amor".

"Este tipo de afirmaciones son la base de la cultura de la violación, que funciona como un marco cultural donde los abusos sexuales no sólo ocurren, sino que encuentran justificación. Se construye un imaginario en el que la violencia sexual aparece como algo esperable, incluso “necesario” para determinadas mujeres. Esa cultura se sostiene en frases cotidianas: “algo habrá hecho”, “mirá cómo estaba vestida”, “se fue sola con él, ¿qué esperaba?” y se perpetúa cuando figuras públicas como Cordera repiten esos mitos con impunidad. No es solo su opinión: es un mensaje que legitima a quienes creen que el consentimiento es negociable, que la voluntad de una mujer puede ser ignorada y que la responsabilidad del abuso recae en la víctima. Cuando alguien con visibilidad mediática reitera estos discursos, no hace otra cosa que reafirmar que la violencia contra las mujeres es “normal” o “natural”. Y lo más grave es que desplaza la conversación de lo central: en lugar de preguntarnos cómo erradicar la violencia sexual, terminamos discutiendo si “fue tan grave lo que dijo”", señalaron.

El triple crimen y el rol de los medios

En el escrito elaborado por La Casa el Encuentro se puntualiza además que "el asesinato de Brenda, Morena y Lara fue de una brutalidad atroz. No solo se trató de un femicidio múltiple, sino de un crimen exhibido, filmado y transmitido por redes sociales como
demostración de poder de un grupo narco. Frente a un hecho de esta magnitud, los medios
tienen una enorme responsabilidad en cómo informan y qué narrativa construyen. Sin embargo, gran parte de la cobertura mediática repitió un patrón: en lugar de poner el foco en los agresores, en la impunidad que les permitió operar, en el contexto de violencia sistemática que se vive en los barrios mas vulnerables, se empezó a escarbar en la vida de las víctimas. Si se prostituían, si consumían drogas, si tenían vínculos con bandas, como si esas preguntas fuerane relevantes para explicar o justificar el por qué las mataron".

"El resultado es perverso: el crimen se relativiza, se transforma en “ajuste de cuentas” o
“venganza narco” y no en lo que verdaderamente es: un TRIPLE FEMICIDIO. Y además, las  víctimas son doblemente asesinadas: primero por la violencia que las arrasó y luego, por el discurso mediático que las reduce sólo a diferentes estereotipos de género. Cuando los medios eligen este enfoque, no sólo condicionan la opinión pública, también inciden en cómo la justicia y el estado en su conjunto priorizan los casos. Un femicidio que no encaja en el molde de la “víctima inocente” suele perder espacio, cobertura, recursos. Con eso, pierde también la posibilidad de que se haga justicia plena. Cuando Cordera afirma que “hay mujeres que necesitan ser violadas para tener sexo”, lo que pone en palabras es la lógica patriarcal de que el deseo de las mujeres no tiene autonomía,que sólo existe en función de lo que los varones deciden interpretar. Es la idea de que el consentimiento es secundario o incluso prescindible. El patriarcado naturaliza que el NO de una mujer pueda leerse como SI".

"Del mismo modo, cuando los medios cubren el triple crimen indagando si las jóvenes SE
PROSTITUIAN o “TENIAN VINCULOS CON EL NARCO, refuerzan otra de las bases del patriarcado: la clasificación moral de las mujeres. Las “buenas” -vírgenes, madres, trabajadoras y decentes- son dignas de compasión. Las “malas” -pobres, libres, sexualizadas, transgresorasmerecen sospecha o indiferencia. En esa lógica, el femicidio deja de ser visto como un crimen social y pasa a leerse como una consecuencia “esperable” de la vida de esas mujeres", apuntan.

Para finalizar plantean: "Frente a eso, el desafío es claro: dejar de mirar a las víctimas como sospechosas y empezar a poner el foco en los victimarios y en las condiciones sociales que habilitan estos crímenes. Que los medios se hagan responsables del impacto de sus discursos. Que quienes tienen visibilidad pública comprendan que sus palabras legitiman o combaten violencias. Porque ninguna mujer necesita ser violada. Ninguna mujer merece morir en manos de una banda. Ninguna vida vale menos por dónde vivía, con quién se relacionaba o cómo elegía vivirla".